El asesinato del Papa Francisco y la tercera guerra mundial


Existe toda una tradición profética que asegura que el Papa Francisco es el último pontífice de la Iglesia Católica, y que será asesinado coincidiendo con el inicio de una tercera guerra mundial que destruirá nuestra civilización para siempre.

La profecía más famosa a ese respecto es, sin duda, la de San Malaquías. Consiste en una lista de 111 pequeños lemas en latín, correspondientes cada uno de ellos a los 111 pontífices que se han sucedido en el trono de San Pedro desde que San Malaquías redactó su profecía en el siglo XII. Tras el último lema, correspondiente a Benedicto XVI, la profecía finaliza con un pequeño texto en latín que, traducido, dice así:

«En la última persecución de la Santa Iglesia Romana, ocupará el trono Pedro el Romano, que hará pacer a sus ovejas en medio de numerosas tribulaciones; pasadas estas tribulaciones, la ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez terrible juzgará al pueblo.”

La alusión a San Pedro, así como la referencia a una “persecución” sufrida por la Iglesia, evocan sin duda los martirios sufridos por los primeros cristianos, por lo que es probable que el título de “Pedro el Romano” sugiera una muerte violenta como la que sufrió el sucesor de Jesús al ser crucificado en torno al año 67. Por otro lado, la mención a la “destrucción” de la ciudad asentada sobre siete colinas (Roma) y el juicio final de Dios no admite muchas interpretaciones: la profecía de San Malaquías afirma claramente, pues, que Francisco será el último papa de la Iglesia, cuyo pontificado transcurrirá entre “numerosas tribulaciones” (acaso se refiera a la pandemia mundial causada por el COVID-19), tras las cuales Roma será destruida y el mundo, tal y como lo hemos conocido, desaparecerá.

Es verdad que San Malaquías no asegura explícitamente que el Papa Francisco vaya a ser asesinado; tampoco lo hace el monje anónimo de Padua que escribió en 1527 un breve texto profético titulado De magnis tribulationibus et Statu Ecclesiae (“Sobre la gran tribulación y el Estado de la Iglesia”), y que trata sobre la sucesión de los veinte últimos papas. En esa obra se describe a Juan Pablo I como “el pastor de la laguna” que “pasará rápido como una estrella fugaz” (su pontificado duró sólo 33 días), a Juan Pablo II como aquel que vendrá “de lejos y manchará con su sangre la piedra” (en referencia al atentado que sufrió en Roma en 1981), y a Benedicto XVI como “el que sembrará la paz y la esperanza en un mundo que vive la última esperanza”. En cuanto al Papa Francisco, último de la lista, el monje de Padua afirma que llegará a Roma procedente de tierras lejanas para “encontrar la tribulación y la muerte; cuando el hombre llegue a la Luna grandes cosas estarán madurándose en la Tierra. Roma quedará abandonada, como los hombres abandonan a una vieja ramera, y el Coliseo no será más que una montaña de piedras envenenadas” (¿contaminación radiactiva?). Encontramos así, de nuevo, una cierta vinculación entre el pontificado de Francisco, la tribulación, la muerte (¿la del propio Francisco?) y la destrucción de Roma.


La profecía de San Malaquías


Unas profecías publicadas por el periodista italiano Pier Carpi en 1976 y cuya autoría es atribuida al papa Juan XXIII también se refieren al asesinato de un último pontífice llegado “de lejos” (recordemos el origen argentino de Bergoglio) coincidiendo con un conflicto mundial:

“Tu reinado será breve y grande, Padre. Será breve mas te llevará lejos, a la remota tierra donde naciste y serás enterrado. En Roma no querrán darte sepultura. Y antes de que seas inhumado habrá otro Padre, lejos, que rezará por ti, por las heridas de la Madre. Mikail y Juan bajarán a la tierra. Se abrirán las urnas en las criptas de debajo del tesoro y se descubrirán los pasos del primer hombre. El gran hermano de Oriente hará temblar al mundo desde la cruz invertida sin lirios. El nuevo Padre le acometerá pero dejará huérfana a la Madre. Mas antes de sus palabras de ciencia verdadera, el secreto del arma que destruye las armas. Vendrá entonces un tiempo de paz y el nombre de Alberto se inscribirá en la lápida.”

Ese “gran hermano de Oriente” podría referirse a Vladimir Putin, que “hace temblar al mundo desde la cruz invertida” (símbolo del Anticristo) mediante la invasión de Ucrania. Por otro lado, la profecía insinúa que Francisco podría ser asesinado en el continente americano, con ocasión de algún viaje oficial.

La profecía que sigue a la anterior parece vaticinar el estallido, durante la época de “los dos emperadores” (¿Biden y Putin?), de algún tipo de conflicto interno en la propia Iglesia (la “Madre”) con ocasión del cónclave papal por la sucesión de Francisco, y coincidiendo con una guerra:

“Es la época de los dos emperadores. Y la Madre no tiene Padre porque muchos desean serlo. Y los que se enfrentan apoyan a dos. Se alzan los gritos y se levantan las barreras del combate, pero ya sale del agua la Bestia. Y la escasez frena a los ejércitos. Los hombres creen morir. Y tras la escasez, la peste. Dios ha desencadenado la guerra de la Naturaleza para impedir la guerra de los hombres. El primer emperador muere de hambre encerrado en la torre de su sueño. El segundo emperador, en el desierto, atacado por los desconocidos animales de la peste. La hija de Caín ha ido a predicar al norte. Siete años de lujuria en la nueva Babilonia. El séptimo año cae el séptimo velo de Salomé, pero no hay emperador, no hay nadie capaz de levantar la espada y cortar el cuello de Juan. Se acerca el momento.”

Otras dos profecías atribuídas a Juan XXIII insisten en la idea de un conflicto interno en la Iglesia, también coincidiendo el asesinato del Papa y la tercera guerra mundial:

“Dos hermanos, ninguno de los cuales será Padre verdadero. La Madre enviudará. Los hermanos de Oriente y Occidente se matarán y en la lucha matarán a sus hijos. El santo descalzo bajará entonces de la montaña y ante la tumba del descalzo bendecido por la Santísima Virgen hará que se estremezca el reino. Escuchad sus palabras. Santa María, hija y Madre de Dios, señora del futuro, llama a tus hijos que están por los campos para que se unan a fin de destruir las dos Babilonias. Y sea una la Madre, como única eres tú. La tierra destruirá el cemento y tu nueva Iglesia será de tierra, oh Reina. Y en su nuevo altar de la tierra florecerá el trigo para el hambre de tus pueblos. Amén.”

Y:

“La larga paz hará olvidar los errores del pasado. Hará olvidar al hermano mayor crucificado cabeza abajo [San Pedro]. Y habrá guerra en el interior de la Madre. Y los rebaños se dispersarán. Alguien llamará entonces a la sangre y será escuchado. Desgraciado aquel que haya lanzado el grito, porque suya será la primera sangre que corra. La media luna, la estrella y la cruz se enfrentarán. Alguien mantendrá en alto la cruz negra. Del valle del Príncipe vendrán los jinetes ciegos. Tras ellos, los cuervos del hambre, la escasez y la peste. ¿Hacia dónde creéis huir, ahora que habéis destruido las iglesias y matado al último Padre? Esperad el signo de Juan. El cordero está dispuesto. Persignaos siete veces con mano fatigada y esperad. La luz viene todavía de Occidente.”

Pero sin duda alguna la profecía más explícita sobre el asesinato de un papa coincidiendo con el inicio de la tercera guerra mundial es una atribuida al monje Rasputín:

“Cuando la mujer esté próxima al parto, en la tierra se establecerá el séptimo imperio. Y será el imperio del mal. El zar negro reinará sobre la cabeza, el zar blanco reinará sobre el ombligo y el zar rojo reinará sobre los pies. Y los pies serán los primeros en pudrirse por la lepra. Cuando la cabeza caiga, se escuchará un lamento en todo el mundo. Y se derramará sangre sobre la piedra santa… Los tiempos de la caída del imperio comenzarán con el asesinato del padre, que se producirá durante el plenilunio de verano. Cuando los ladrones abandonen la baya de oro para huir en la gruta, el último imperio estará próximo a su fin. Y el fin llegará en un torbellino de sangre.”

La particularidad de esta profecía no se limita a que afirma explícitamente que el asesinato de un papa coincidirá con el final de nuestra civilización, sino que además ofrece un cálculo de tiempo concreto: el asesinato se producirá durante una luna llena de verano, es decir, entre el 21 de junio y el 23 de septiembre, en el caso de que se produzca en el hemisferio norte, o entre el 21 de diciembre y el 21 de marzo si se produjese en el hemisferio sur.

En otra profecía, igualmente atribuida a Rasputín, encontramos una referencia bastante clara a la tercera guerra mundial:

“Será un tiempo de paz, pero la paz estará escrita con sangre. Y cuando se apaguen los dos fuegos [las dos guerras mundiales], un tercer fuego quemará las cenizas. Quedarán pocas cosas y pocos hombres; pero lo que quede deberá ser sometido a una nueva purificación, antes de entrar en el nuevo paraíso terrenal.”


El tercer secreto de Fátima

En mayo de 1917, tres jóvenes pastores de Fátima, en Portugal, tuvieron una visión mística en la que la Virgen María les confió tres secretos. En los dos primeros, publicados en 1941, se vaticinaba el fin próximo de la primera guerra mundial, el inicio posteriormente de “otra peor” y finalmente un período de conflictos con Rusia (la guerra fría). El tercer secreto, sin embargo, no fue hecho público por el Vaticano hasta el año 2000, y reza como sigue:

Y vimos (…) un obispo vestido de blanco. Tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre. Vimos varios otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una escabrosa montaña, encima de la cual estaba una gran cruz, de tronco tosco, como si fuera de alcornoque como la corteza. El Santo Padre, antes de llegar allí, atravesó una gran ciudad, medio en ruinas y medio trémulo, con andar vacilante, apesadumbrado de dolor y pena. Iba orando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino. Llegando a la cima del monte, postrado, de rodillas a los pies de la cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le disparaban varios tiros y flechas, y así mismo fueron muriendo unos tras otros los obispos, los sacerdotes, religiosos, religiosas y varias personas seglares. Caballeros y señoras de varias clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la cruz estaban dos ángeles. Cada uno con una jarra de cristal en las manos, recogiendo en ellos la sangre de los mártires y con ellos irrigando a las almas que se aproximaban a Dios.”

Según la interpretación que publicó oficialmente el Vaticano, la profecía se refiere al intento de asesinato que sufrió Juan Pablo II en 1981. Pero las diferencias entre este atentado y lo relatado en el tercer secreto de Fátima son más que obvias. Para empezar, Juan Pablo II sobrevivió a los disparos, mientras que el Papa descrito en la profecía muere tras ser tiroteado. Además, y pese a que en 1981 sólo Juan Pablo II fue alcanzado por los disparos, en el tercer secreto de Fátima se vaticina la muerte de muchas más personas, tanto religiosas como laicas. Y por último, en la profecía se afirma que los disparos son efectuados por “un grupo de soldados”, pero el atentado que sufrió Juan Pablo II fue ejecutado por un único terrorista (Alí Agca).


Los tres pastorcillos de Fátima


La parte más enigmática de la predicción es la mención a las “flechas”. Teniendo en cuenta que aquellos pastores de 1917 eran unos niños sin alfabetizar, cabe pensar que en su visión, altamente simbólica ya de por sí, pudieran haber observado algún tipo de objeto que interpretasen como una “flecha”. Una posibilidad en ese sentido son los modernos misiles nucleares, cuya forma puede recordar a la de las flechas y cuyo uso en un conflicto explicaría la gran mortandad descrita en la profecía.

En cuanto a los “soldados”, tampoco deberíamos dar por hecho que se refiera estrictamente a los miembros de un ejército regular. Las diferentes opciones a ese respecto son varias, desde miembros de alguna organización paramilitar, terrorista o mafiosa hasta simples sicarios o mercenarios pagados con el fin de cometer el atentado (la palabra “soldado” proviene de “sueldo”).

En cualquier caso, la profecía de Fátima no es la única que relaciona a un grupo de “soldados” con el asesinato de un pontífice. Nostradamus, en una de sus célebres cuartetas (IX, 68), parece referirse al mismo hecho cuando dice:

«Del monte Aymar habrá noble oscurecimiento, el mal vendrá en la confluencia del Saona y el Ródano, en los bosques escondidos soldados el día de Lucía, que no hubo nunca un tan horrible trono».

El profeta francés describe una emboscada (“en los bosques”) cometida por soldados, afirmando que “el trono (de San Pedro) no sufrió nunca nada tan horrible”. La palabra “noble”, en este contexto, tiene sentido si recordamos que todos los papas eligen un escudo de armas tras su elección. Nostradamus nos proporciona además ciertos datos geográficos relacionados de algún modo con el atentado (aunque no sea necesariamente el lugar en el que se produzca éste), mencionando a Lyón, donde confluyen los ríos Saona y Ródano, y a un misterioso “monte Aymar” que bien pudiera ser una deformación de la ciudad francesa de Montélimar, no demasiado alejada de Lyón. También ofrece un dato temporal: el día de Santa Lucía, que puede referirse tanto al 13 de diciembre como a los días en los que se celebra la festividad de otras santas también llamadas Lucía: 25 de junio, 6 de julio y 16 de septiembre.

Otra cuarteta (II, 97) parece complementar a la anterior:

“Romano Pontífice, guárdate de acercarte a la ciudad que dos ríos riegan, tu sangre vendrá allí cerca a derramarse, tú y los tuyos, cuando florezca la rosa.”

El hecho de que Nostradamus afirme que el séquito del Papa (“los tuyos”) también será víctima del atentado nos permite descartar que la profecía pueda referirse al atentado de 1981. Y si bien desconocemos qué significado concreto puede tener la “rosa”, la referencia a la ciudad “regada por dos ríos” parece señalar de nuevo al Saona y al Ródano y, por tanto, a Lyón. No obstante, otra cuarteta (II, 57) afirma que el atentado se producirá en algún lugar con un único río, como por ejemplo la propia Roma:

“Antes del conflicto el gran muro caerá, el grande a muerte, muerte muy súbita y llorada, nave imperfecta, la mayor parte nadará, cerca del río de sangre la tierra teñida.”

El vidente francés advierte de que la guerra se producirá después de que el muro de Berlín haya sido derribado, y la referencia a la “nave” (la barca de San Pedro, esto es, la Iglesia Católica) nos permite deducir que el asesinato del que habla ha de ser el de un pontífice.


La carta a Enrique II

Pero el texto más interesante de toda la obra de Nostradamus es, sin duda alguna, su Epístola al muy invencible, muy poderoso y muy cristiano Enrique, rey de Francia, segundo, que publicó en 1558 como introducción al segundo volumen de su libro Les Prophéties. Consiste en una suerte de esquema de la visión profética de Nostradamus, cuya finalidad es servir de guía a los lectores de su obra. En ese texto, pues, se encuentra resumido todo el futuro que el profeta francés supuestamente describió en sus célebres cuartetas. Ciertamente en la carta encontramos también, aunque de forma velada (como corresponde al estilo de Nostradamus), referencias al asesinato de un Papa coincidiendo con el inicio de un conflicto mundial.

El primer fragmento de la carta que parece referirse a tales hechos es el siguiente:

“Luego, el gran imperio del Anticristo comenzará en la Atila y zerfes, y descenderá en número grande e innumerable, tanto que la venida del Santo Espíritu procedente del 48 grado hará transmigración, expulsando la abominación del Anticristo: haciendo guerra contra el Real que será el Gran Vicario de Jesucristo, y contra su Iglesia y su reino, per tempus et in occasione temporis. Precederá delante un eclipse solar, el más oscuro y el más tenebroso que haya habido desde la creación del mundo hasta la muerte y pasión de Jesucristo, y desde entonces hasta ahora. Y será en el mes de Octubre que alguna gran traslación será hecha, tal que se creerá el peso de la tierra haber perdido su natural movimiento, y estar abismada en perpetuas tinieblas, que precederán al tiempo vernal.”

La interpretación que podemos hacer de ese texto sería como sigue: “Luego, la tercera guerra mundial comenzará en Rusia (el imperio de Atila se extendía por el territorio que hoy correspondería a Rusia) y en Oriente Medio (“zerfes” por Jerjes I, rey del imperio persa; quizás se refiera a Irán), y se extenderá por todas partes. Morirá el Papa procedente del paralelo 48 (Benedicto XVI, nacido en Marktl, pueblo situado exactamente en el paralelo 48) y se librará de la guerra, que la sufrirá otro Papa (“vicario de Cristo” en la tierra: el Papa Francisco) y toda su Iglesia, en ese momento y en esa hora decisiva. Eso sucederá antes de que se produzca un súbito oscurecimiento (el asesinato del Papa), comparable sólo a la pasión y muerte de Jesucristo. En el mes de agosto (“octubre” significa en latín “ocho meses”, y agosto es el octavo mes del año) se producirá un gran transporte, hasta el punto de que parecerá que el mundo entero se habrá sumido para siempre en la oscuridad más absoluta, hasta que por fin comience la primavera (la paz)”.


Michel de Notredame


Una de las claves del texto está en la palabra “traslación”, que aparentemente se refiere a un transporte o mudanza, pero que en un sentido más concreto puede indicar el abandono de un país o territorio por parte de algún gobierno o institución que en este contexto no sería otro que el Vaticano. Ya vimos que en la profecía del monje de Padua se afirmaba que Roma quedaría “abandonada”, quizás porque el Vaticano se vea obligado, por seguridad, a marcharse a algún otro país que esté alejado de las zonas de conflicto. Por otro lado, en la edad media la palabra latina traslatio aludía al traslado del cuerpo del apóstol Santiago desde Palestina a Galicia, por lo que Nostradamus quizás esté refiriéndose al traslado del cuerpo del Papa recién asesinado para ser enterrado en algún otro lugar, tal y como sugería la profecía de Juan XXIII: “en Roma no querrán darte sepultura”. En cualquier caso, y para un católico como Nostradamus, todos estos futuros hechos (el asesinato del Papa y la “gran traslación”) suponen la caída de nuestro mundo en la mayor de las oscuridades, que según el profeta francés durará hasta que llegue la paz.

En otro fragmento de la carta a Enrique II encontramos más referencias a la tercera guerra mundial:

“Entonces serán hechas más persecuciones a las Iglesias de las que fueron hechas jamás. Y sobre estos hechos nacerá una pestilencia tan grande que, de las tres partes del mundo, más de dos desfallecerán. Tanto que no se sabrá ni conocerá las pertenencias de los campos y casas, y nacerá la hierba en las calles de las ciudades más alta que las rodillas. En el clero será hecha total desolación, y usurparán los marciales lo que será retornado de la ciudad del Sol de Melite, y de las Islas Stechades, y será abierta la gran cadena del puerto que toma su denominación en el buey marino. Será hecha nueva incursión por las marítimas playas, queriendo el salto Castulán librar de la primera recuperación Mahometana, y no serán del todo asaltos vanos.”

Cuya interpretación sería: “La Iglesia sufrirá una persecución como nunca antes (atentado contra el Papa). Por entonces comenzarán males tan grandes que morirán dos tercios de la humanidad, y las casas, los campos y las ciudades quedarán deshabitadas y abandonadas. Desaparecerá la Iglesia por completo, y los ejércitos ocuparán desde Egipto (la antigua Heliópolis o ciudad del sol) hasta Malta (Melita, en latín) y la costa mediterránea de Francia (Stechades era el nombre griego de las islas de Hyères, en el departamento francés del Var). Será liberado (“abierta la gran cadena”) el puerto del Bósforo (“pasaje del buey”, en griego). Habrá un desembarco militar en las playas, con la intención de liberar a España (Saltus Castulonensis era el nombre latino de Sierra Morena) de la primera recuperación de territorio por parte de los musulmanes, y no serán batallas sin importancia”.

Quizás el dato más sorprendente de este fragmento de la carta sea el de que vayan a perecer en la guerra nada menos que dos tercios de la humanidad, es decir, alrededor de 5.000 millones de personas. Es algo que también indica el libro bíblico de Zacarías, escrito en torno al siglo VI a.C.:

“Y sucederá en toda la tierra (…) que serán exterminadas, expirarán dos partes, y la tercera quedará en él; e introduciré la tercera parte en el fuego, y la acrisolaré como se acrisola la plata, y la probaré como se prueba el oro. Él invocará mi Nombre y Yo le atenderé y diré: Es mi pueblo; y él dirá: Yahveh es mi Dios". (Zac 13: 8-9).

Nostradamus finaliza su carta con la siguiente profecía:

“Por otra guerra naval enrojecerá el mar, que el informe de un Rey a otro le será dicho: Bellis rubuit navalibus aequor. Luego, en el mismo año y los siguientes, seguirá la más horrible pestilencia y la más maravillosa por el hambre precedente, y tan grandes tribulaciones que jamás han ocurrido tales desde la fundación de la Iglesia Cristiana, y por todas las regiones Latinas, quedando los vestigios en algunas comarcas de España. Por entonces, el tercer Rey Aquilonario, entendiendo el gemido del pueblo de su principal título, levantará un gran ejército y pasará por los estrechos de sus últimos abuelos y bisabuelos, que repondrá la mayor parte en su estado. Y el gran vicario de la capa será repuesto en su prístino estado, pero desolado y luego del todo abandonado, y volverá a ser el Sancta Sanctorum destruido por el paganismo. Y el viejo y el nuevo Testamento serán cazados, quemados, y después el Anticristo será el príncipe infernal. Todavía por última vez temblarán todos los Reinos de la Cristiandad, y también de los infieles, por el espacio de veinticinco años. Habrá más graves guerras y batallas, y serán las villas, ciudades, castillos, y todos los otros edificios quemados, desolados, destruidos, con gran efusión de sangre vestal, casadas, y viudas violadas, niños de leche contra los muros de las villas arrojados y rotos. Tantos males se cometerán por medio de Satán, príncipe infernal, que casi el mundo universal se convertirá en deshecho y desolado. Y mientras esos sucesos, algunos pájaros insólitos gritarán por el aire “Huy, Huy”, y serán después de algún tiempo desvanecidos. Después de que tales tiempos hayan durado largamente, será casi renovado otro reino de Saturno, y siglo de oro. Dios el creador dirá, entendiendo la aflicción de su pueblo, que Satán sea puesto y atado en el abismo del infierno, en la profunda fosa. Y entonces comenzará entre Dios y los hombres una paz universal, y quedará atado por el espacio de mil años, y volverá en mayor fuerza la potencia Eclesiástica, y luego desatado de nuevo.”

Que se podría interpretar de la siguiente manera: “El mar se llenará de sangre a causa de una guerra naval, hasta el punto de que en las relaciones de un país a otro se dirá: la superficie del mar se ha enrojecido con las guerras navales. En ese mismo año, y en los siguientes, continuará la extraña (mirabilia en latín) y horrible enfermedad (el COVID-19), que precederá al hambre, y habrá tan grandes tribulaciones por toda Europa como no las ha habido desde la fundación de la Iglesia, hasta el punto de que algunas regiones de España quedarán en ruinas (“vestigios”). Será entonces cuando el tercer presidente de Rusia (Aquilón es el viento del norte, y Nostradamus se refiere siempre a Rusia con tal concepto; Putin es el tercer presidente ruso, después de Boris Yeltsin y Dimitri Medvéded), escuchando las quejas de su pueblo (el Donbass, por los ataques del gobierno ucraniano durante los últimos ocho años) y la reivindicación de su título (la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk), levantará un gran ejército e invadirá el país que pertenecía a sus antepasados (Ucrania), y lo repondrá en su mayor parte en Rusia. Y el Papa será devuelto a su antigua condición (la de las primeras persecuciones a los cristianos), dejando el Vaticano desolado y abandonado, de tal manera que el Santo de los Santos (el Papa, para los católicos) será asesinado por los no cristianos. Desaparecerá la Iglesia, y la guerra se extenderá por doquier. Entonces toda la humanidad temblará por última vez, y durante 25 años. Habrá guerras y batallas tales que las ciudades y los pueblos serán quemados, destruidos y desolados, y todo tipo de mujeres (vírgenes, casadas y viudas) serán violadas y asesinadas. Los recién nacidos serán golpeados contra los muros, que a su vez serán destruidos también. Se cometerán tantos males que casi todo el planeta quedará en ruinas y desolado. Y mientras ello suceda, algunos pájaros no usados nunca antes (misiles nucleares: insolitus en latín significa “poco usado”) surcarán los cielos con su zumbido característico durante un tiempo, y luego desaparecerán. Después de que tal situación haya durado mucho tiempo, llegará una nueva edad de oro en todo el mundo (el reinado de Saturno fue considerado por los romanos como una edad de oro de la humanidad). Dios el creador, escuchando el sufrimiento de su pueblo, ordenará que el mal sea encerrado en los abismos del infierno, en una profunda fosa. Entonces comenzará un período de paz mundial de alrededor de mil años, por lo que la Iglesia resurgirá con más fuerza, período tras el cual volverá el mal de nuevo al mundo”.



La cuarteta II, 75 abunda más en esos “pájaros insólitos”, relacionándolos con una carestía tan absoluta de alimentos (simbolizada por el alto precio del trigo) que el ser humano se verá obligado a recurrir al canibalismo:

«La voz oída del insólito pájaro, sobre el cañón del respiral plano, tan alta será del trigo la medida que el hombre del hombre será antropófago”.

De nuevo Nostradamus se refiere al sonido (“voz oída”) producido por los misiles nucleares que, a partir de sus plataformas de lanzamiento (o “cañones”), surcan la atmósfera (el plano del aire que respiramos) hasta explotar en su destino.


La edad de oro

El último simbolismo utilizado por Nostradamus en su carta está claramente tomado del capítulo 20 del Apocalipsis:

“Y vi un ángel que bajaba del cielo, llevando en su mano la llave del abismo infernal y una gran cadena. Y se apoderó del dragón, la serpiente antigua (que es el Diablo, y Satanás), y lo encadenó para mil años, lo arrojó al abismo infernal, candó y atrancó por encima, para que no engañe más a las naciones hasta que se cumplan mil años; después de eso, tiene que quedar suelto un poco de tiempo. (Apoc. 20, 1-3).

En efecto, tanto Nostradamus como el Apocalipsis y otras profecías aseguran que tras la tercera guerra mundial y el inevitable período posterior de caos, hambre y desorganización (que según Nostradamus durará unos 25 años) el mundo conocerá una nueva era de reconstrucción y paz sólo interrumpida, después de “mil años”, por un breve período de tiempo. La duración de “mil años”no debe ser asumida de forma literal: probablemente sea una expresión figurada para designar a un período de tiempo extremadamente largo.

En cualquier caso, varias profecías describen ese nuevo período de la humanidad. Por ejemplo, la cuarteta VII, 41 de Nostradamus, en la que se explica cómo esa humanidad esclavizada (“encerrada de manos y pies”) en un mundo (“casa”) deshabitado durante mucho tiempo a causa de la guerra (“ruido”), se verá algún día soñando con excavar y desenterrar en las ruinas para reconstruir un nuevo mundo sano y sin guerras:

“Los huesos de los pies y de las manos encerrados, por ruido casa Largo tiempo deshabitada, serán por sueños excavando desenterrados, casa salubre y sin ruido habitada”.

En la cuarteta I, 63 se explica que, una vez que la tercera guerra mundial haya disminuido la población mundial y dejado las tierras deshabitadas, la paz se dejará sentir por cielo, mar y tierra durante mucho tiempo… hasta que la guerra vuelva de nuevo.

“Los azotes pasados disminuido el mundo, largo tiempo la paz tierras deshabitadas, hermana marchará por Cielo, tierra y onda, luego de nuevo las guerras suscitadas”.

Y finalmente, en IX, 66 se describe la nueva sociedad, caracterizada por la paz, la unidad y el cambio, en la que florecerán nuevos Estados y oficios y se producirá un cambio radical en la estructura jerárquica de la sociedad: los que estaban en lo más alto comenzarán a estar en lo más bajo, y viceversa. Cesará la guerra y comenzarán los procesos civiles y los debates:

“Paz, unión habrá y cambio, estados, oficios, bajo alto, y alto muy bajo. Preparar viaje, el fruto del primer tormento. Guerra cesar, procesos civiles debates”.


Juan de Patmos, autor del Apocalipsis


Una de las profecías atribuidas a Rasputín también describe esa revolución social, en la que desaparecerán el dinero y la violencia coercitiva, y la democracia será por fin una realidad como nunca antes lo había sido:

“Es el tiempo de la elección. Los higos secos serán tirados a la cloaca y los verdes serán colocados en un vaso lleno de bálsamo. Las ovejas ya no se pagan con oro. Y el pastor ya no se sirve del perro. Las ovejas se sientan en la mesa donde hay la botella de vino, el queso y el pan; el pastor pasta en el prado, donde la hierba es más amarga. Y las ovejas ya no esperarán la noche para volver al corral. Ya no habrá guardianes, pero sí habrá todavía patrones”.

Y en esta otra del mismo autor se sugiere que el cambio será tan profundo que tendrá un marcado carácter espiritual:

“En el valle del color del sol crecerá un árbol con las hojas de oro y las ramas de plata. Y el árbol dará siete frutos: los frutos de las siete felicidades. El primer fruto es el de la serenidad de espíritu, y madurará en el punto más alto del árbol. Los otros serán los frutos de la alegría de vivir, el equilibrio de la mente, la salud del cuerpo, la unión con la naturaleza, la humildad sincera y la vida sencilla. Todos los hombres podrán comer de estos frutos, pero el que no sienta la necesidad de probarlos será excluido y no encontrará sitio en el carro de la serena felicidad. En este tiempo, el hombre ya no vivirá de pan, sino de espíritu. Y las riquezas del hombre ya no se encontrarán en la tierra, sino en el cielo. Y el hombre estará hecho de cielo y de agua; y cuando vuelva a casa, el agua será absorbida por la tierra y el cielo volverá al cielo. Porque ya nada será dejado a los gusanos”.

Finalmente, el Apocalipsis también hace su particular descripción de esa nueva civilización:

“Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el cielo primero y la tierra primera habían desaparecido, y no existía ya el mar. Y vi la ciudad santa, nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, desde Dios, ataviada como una esposa que se ha adornado para recibir a su marido. Y oí una gran voz del trono, que decía: Aquí está la morada de Dios entre los hombres; habitará entre ellos, ellos serán su pueblo; y Dios en persona, su Dios, estará con ellos, y enjugará toda lágrima de sus ojos. Y la muerte ya no existirá, ni habrá ya duelo, ni gritos, ni dolor, porque lo de antes desapareció”. (Apoc. 21, 1-4).

Y también en el siguiente pasaje:

“Después de eso vi: allí había un gentío enorme que nadie era capaz de contar, de toda clase de naciones, tribus, pueblos y lenguas, en pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos con túnicas blancas, y palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: ¡La salvación se debe a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero! Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos, y de los cuatro seres vivientes, y cayeron sobre su rostro ante el trono y adoraron a Dios, diciendo: ¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poderío y la fuerza se deben a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. Y uno de los ancianos tomó la palabra para decirme: Esos que están vestidos con esas túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? Y le dije: Señor mío, tú lo sabes. Y me dijo: Esos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus túnicas y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios y le sirven día y noche en su santuario, y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos: no tendrán más hambre, ni tendrán más sed, ni se abatirá sobre ellos el sol ni insolación alguna, porque el Cordero que está en medio del trono será su pastor y los guiará a las fuentes de las aguas de la vida; y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos”. (Apoc. 7, 9-17).


Bibliografía

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-CARPI, Pier: Las profecías del papa Juan XXIII, Martínez Roca, 1977.

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-FONTBRUNE, Jean-Charles de: Las nuevas profecías de Nostradamus hasta el año 2025, Martínez Roca, 1996.

-FONTBRUNE, Jean-Charles de: Nostradamus 2000-2025: ¿guerra o paz?, Robinbook, 1999.

-G. DE LA CRUZ, Luis: Profecías sobre un futuro incierto, América Ibérica, 2001.

-GALLOTTI, Alicia: Nostradamus, las profecías del futuro, Martínez Roca, 1993.

-ANDERSON BLACK, J.: Nostradamus: the prophecies, Abbeydale Press, 2002.

-LAMBERTI BOCCONI, Anna: El siglo XXI según las profecías, De Vecchi, 1995.

-Nostradamus lo predijo, De Vecchi, 1994.

-Las profecías de Juan de Jerusalén, Tikal, 1996.

-Las profecías del milenio, Tikal, 1999.

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