El asesinato del último Papa y la tercera guerra mundial
La profecía más célebre en este sentido es, sin duda, la de san Malaquías. Se trata de una lista compuesta por 111 lemas en latín, correspondientes a los 111 pontífices que se han sucedido en el trono de San Pedro desde que San Malaquías redactó su profecía en el siglo XII. Tras el lema 111, asociado al papa Benedicto XVI, la lista concluye con un breve texto en latín que, traducido, dice así:
«En la última persecución de la Santa Iglesia Romana, ocupará el trono Pedro el Romano, que hará pacer a sus ovejas en medio de numerosas tribulaciones; pasadas estas tribulaciones, la ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez terrible juzgará al pueblo.”
La mención a san Pedro y a la "persecución” de la Iglesia evoca inevitablemente los martirios sufridos por los primeros cristianos, por lo que no es descabellado pensar que el nombre simbólico de “Pedro el Romano” aluda a una muerte violenta, como la que sufrió el primer papa. A su vez, la referencia a la destrucción de la ciudad asentada sobre siete colinas (Roma) y al Juicio Final no deja demasiado margen de interpretación: según esta lectura, Francisco sería el último papa, su pontificado transcurriría entre "numerosas tribulaciones" (¿la pandemia de COVID-19, la guerra de Ucrania?) y, una vez finalizadas, Roma sería destruida y el mundo, tal como lo conocemos, desaparecería.
Es cierto que san Malaquías no menciona de forma explícita el asesinato de ningún papa. Tampoco lo hace el monje anónimo de Padua que, en 1527, escribió un breve texto profético titulado De magnis tribulationibus et Statu Ecclesiae (“Sobre la gran tribulación y el Estado de la Iglesia”), centrado en los últimos veinte pontífices de la historia. En él se identifica a Juan Pablo I como “el pastor de la laguna” que “pasará rápido como una estrella fugaz” (su papado duró apenas 33 días); a Juan Pablo II como aquel que vendrá “de lejos y manchará con su sangre la piedra” (aludiendo al atentado que sufrió en Roma en 1981); y a Benedicto XVI como “el que sembrará la paz y la esperanza en un mundo que vive la última esperanza”. En cuanto al último papa de la lista, el texto afirma que llegará a Roma "procedente de tierras lejanas" para “encontrar la tribulación y la muerte; cuando el hombre llegue a la Luna grandes cosas estarán madurándose en la Tierra. Roma quedará abandonada, como los hombres abandonan a una vieja ramera, y el Coliseo no será más que una montaña de piedras envenenadas” (¿alusión a una explosión nuclear?). Una vez más, encontramos la misma constante: la figura del último papa aparece vinculada a la tribulación, la muerte (¿la suya?) y la destrucción de Roma.
La profecía de San Malaquías
Ahora bien, ¿es el papa Francisco ese último papa que será asesinado? La expresión "para encontrar la tribulación y la muerte" no parece corresponderse con un pontificado como el de Francisco, que a día de hoy lleva vigente ya más de nueve años, sino que parece hacer referencia más bien a un papa que durará poco tiempo en el cargo hasta que finalmente sea asesinado. Así lo indica también un conjunto de profecías publicadas por el periodista italiano Pier Carpi en 1976, y atribuido al papa Juan XXIII, y que anuncia también el asesinato de un último pontífice llegado “de lejos” (una descripción que podría aplicarse al papa Francisco, de origen argentino, pero quizás también a su posible sucesor) coincidiendo con el estallido de un conflicto mundial. Y como podemos comprobar, el texto recalca la brevedad de tal pontificado:
“Tu reinado será breve y grande, Padre. Será breve mas te llevará lejos, a la remota tierra donde naciste y serás enterrado. En Roma no querrán darte sepultura. Y antes de que seas inhumado habrá otro Padre, lejos, que rezará por ti, por las heridas de la Madre. Mikail y Juan bajarán a la tierra. Se abrirán las urnas en las criptas de debajo del tesoro y se descubrirán los pasos del primer hombre. El gran hermano de Oriente hará temblar al mundo desde la cruz invertida sin lirios. El nuevo Padre le acometerá pero dejará huérfana a la Madre. Mas antes de sus palabras de ciencia verdadera, el secreto del arma que destruye las armas. Vendrá entonces un tiempo de paz y el nombre de Alberto se inscribirá en la lápida.”
La mención al "gran hermano de Oriente” podría referirse a Vladimir Putin, que ha hecho temblar al mundo con su invasión de Ucrania y cuyo autoritarismo puede asociarse simbólicamente a la "cruz invertida", tradicional emblema del Anticristo.
Por otro lado, la profecía que sigue a esta vislumbra el estallido de una guerra global durante la época de los dos emperadores (¿Biden y Putin?), junto con un conflicto interno en el seno de la Iglesia (la "Madre") con ocasión del cónclave papal por la sucesión de Francisco:
“Es la época de los dos emperadores. Y la Madre no tiene Padre porque muchos desean serlo. Y los que se enfrentan apoyan a dos. Se alzan los gritos y se levantan las barreras del combate, pero ya sale del agua la Bestia. Y la escasez frena a los ejércitos. Los hombres creen morir. Y tras la escasez, la peste. Dios ha desencadenado la guerra de la Naturaleza para impedir la guerra de los hombres. El primer emperador muere de hambre encerrado en la torre de su sueño. El segundo emperador, en el desierto, atacado por los desconocidos animales de la peste. La hija de Caín ha ido a predicar al norte. Siete años de lujuria en la nueva Babilonia. El séptimo año cae el séptimo velo de Salomé, pero no hay emperador, no hay nadie capaz de levantar la espada y cortar el cuello de Juan. Se acerca el momento.”
Otras dos profecías atribuidas a Juan XXIII insisten en la misma concatenación fatal: cisma eclesiástico, asesinato del último Papa, y tercera guerra mundial. En la primera de ellas se lee:
“Dos hermanos, ninguno de los cuales será Padre verdadero. La Madre enviudará. Los hermanos de Oriente y Occidente se matarán y en la lucha matarán a sus hijos. El santo descalzo bajará entonces de la montaña y ante la tumba del descalzo bendecido por la Santísima Virgen hará que se estremezca el reino. Escuchad sus palabras. Santa María, hija y Madre de Dios, señora del futuro, llama a tus hijos que están por los campos para que se unan a fin de destruir las dos Babilonias. Y sea una la Madre, como única eres tú. La tierra destruirá el cemento y tu nueva Iglesia será de tierra, oh Reina. Y en su nuevo altar de la tierra florecerá el trigo para el hambre de tus pueblos. Amén.”
Y en la segunda:
“La larga paz hará olvidar los errores del pasado. Hará olvidar al hermano mayor crucificado cabeza abajo [San Pedro]. Y habrá guerra en el interior de la Madre. Y los rebaños se dispersarán. Alguien llamará entonces a la sangre y será escuchado. Desgraciado aquel que haya lanzado el grito, porque suya será la primera sangre que corra. La media luna, la estrella y la cruz se enfrentarán. Alguien mantendrá en alto la cruz negra. Del valle del Príncipe vendrán los jinetes ciegos. Tras ellos, los cuervos del hambre, la escasez y la peste. ¿Hacia dónde creéis huir, ahora que habéis destruido las iglesias y matado al último Padre? Esperad el signo de Juan. El cordero está dispuesto. Persignaos siete veces con mano fatigada y esperad. La luz viene todavía de Occidente.”
Sin embargo, la profecía más explícita sobre el asesinato de un papa coincidiendo con el colapso de la civilización es atribuida a Rasputín, el famoso místico ruso:
“Cuando la mujer esté próxima al parto, en la tierra se establecerá el séptimo imperio. Y será el imperio del mal. El zar negro reinará sobre la cabeza, el zar blanco reinará sobre el ombligo y el zar rojo reinará sobre los pies. Y los pies serán los primeros en pudrirse por la lepra. Cuando la cabeza caiga, se escuchará un lamento en todo el mundo. Y se derramará sangre sobre la piedra santa… Los tiempos de la caída del imperio comenzarán con el asesinato del padre, que se producirá durante el plenilunio de verano. Cuando los ladrones abandonen la baya de oro para huir en la gruta, el último imperio estará próximo a su fin. Y el fin llegará en un torbellino de sangre.”
La particularidad de esta profecía es su precisión temporal, puesto que ofrece un cálculo de tiempo concreto: el asesinato se producirá durante una luna llena de verano, es decir, entre el 21 de junio y el 23 de septiembre, en el caso de que se produzca en el hemisferio norte, o entre el 21 de diciembre y el 21 de marzo si se produjese en el hemisferio sur.
En otro vaticinio, también atribuido a Rasputín, se alude de forma inequívoca a una tercera guerra mundial como continuación inevitable de los dos grandes conflictos del siglo XX: :
“Será un tiempo de paz, pero la paz estará escrita con sangre. Y cuando se apaguen los dos fuegos [las dos guerras mundiales], un tercer fuego quemará las cenizas. Quedarán pocas cosas y pocos hombres; pero lo que quede deberá ser sometido a una nueva purificación, antes de entrar en el nuevo paraíso terrenal.”
Por último, una profecía de 1605 muy poco conocida, cuyo autor fue el fraile franciscano Bartolomeo de Saluzzo, fija el inicio de la guerra a partir de la festividad de San Antonio (13 de junio) de un año no precisado. También se alude al asesinato de un Papa ("tú que llevas una gran plaza sobre tu cabeza", en referencia a la plaza de San Pedro) coincidiendo con un ataque islámico a occidente:
“Después del día de San Antonio comenzará el gran llanto. Verás, no miento: Roma desvergonzada, y serás arruinada. Mi Roma ya no puede sufrir al buen Jesús; lo ha enfurecido. Sus pecados han clamado a Dios, y Él ha preparado el azote. Hará que se alcen personas crueles, sin fe ni ley, y muy astuta. El agua del Tíber se tornará roja, y durante tres días verás tanto horror, que en cada esquina y plaza se oirá un gran grito: "¡Matad, matad!".Vendrá el turco moro, rugiendo como un toro, hará una gran masacre con hierro y brasas. Matad, matad, matad a esta raza malvada; ¡Miserable la que ahora goza y se revuelca! Oh, tú que llevas una gran plaza sobre tu cabeza, sobre ti se gritará: "¡Mata, mata!", y en cada esquina y plaza se oirá el gran grito.Pero después de tanto sufrimiento, vendrá quien traerá el verdadero Evangelio. Y todo el pueblo volverá a ser santo, y la Iglesia brillará más hermosa que antes.Oh, bendita compañía que nacerá en el nombre de María. Será un fraile de la Orden Menor que traerá paz y amor, que con una cruz en la mano guiará al pueblo cristiano".
El tercer secreto de Fátima
En mayo de 1917, tres jóvenes pastores de Fátima, en Portugal, afirmaron haber tenido una visión mística en la que la Virgen María les confió tres secretos proféticos. Los dos primeros, publicados en 1941, anunciaban el final inminente de la primera guerra mundial, el inicio de “otra peor” y una etapa de conflictos vinculados a Rusia (lo que muchos interpretaron como una alusión a la guerra fría).
El tercer secreto, sin embargo, no fue revelado por el Vaticano hasta el año 2000. Su contenido, de tono simbólico y apocalíptico, reza como sigue:
“Y vimos (…) un obispo vestido de blanco. Tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre. Vimos varios otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una escabrosa montaña, encima de la cual estaba una gran cruz, de tronco tosco, como si fuera de alcornoque como la corteza. El Santo Padre, antes de llegar allí, atravesó una gran ciudad, medio en ruinas y medio trémulo, con andar vacilante, apesadumbrado de dolor y pena. Iba orando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino. Llegando a la cima del monte, postrado, de rodillas a los pies de la cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le disparaban varios tiros y flechas, y así mismo fueron muriendo unos tras otros los obispos, los sacerdotes, religiosos, religiosas y varias personas seglares. Caballeros y señoras de varias clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la cruz estaban dos ángeles. Cada uno con una jarra de cristal en las manos, recogiendo en ellos la sangre de los mártires y con ellos irrigando a las almas que se aproximaban a Dios.”
Según la interpretación oficial del Vaticano, esta visión profética hacía referencia al intento de asesinato que sufrió Juan Pablo II en 1981. Sin embargo, las diferencias entre aquel suceso y lo descrito en el mensaje de Fátima son notables. En primer lugar, el Papa sobrevivió a los disparos, mientras que en la visión muere tras ser tiroteado. En segundo lugar, en 1981 sólo el pontífice fue alcanzado por los disparos, mientras que el tercer secreto describe una matanza generalizada de religiosos y laicos. Y por último, en la profecía se afirma que los disparos son efectuados por “un grupo de soldados”, pero el atentado que sufrió Juan Pablo II fue ejecutado por un único tirador (Alí Agca), y desde luego no se utilizaron flechas ni armas similares.
Los tres pastorcillos de Fátima
Uno de los elementos más intrigantes de la profecía es, precisamente, esa mención a las "flechas". Dado que aquellos pastores de 1917 eran unos niños sin alfabetizar, cabe pensar que en su visión, altamente simbólica ya de por sí, pudieran haber observado algún tipo de objeto que interpretasen como una “flecha”. Una posibilidad en ese sentido son los modernos misiles, cuya forma aerodinámica recuerda a la de las antiguas flechas y cuyo uso en un conflicto explicaría la gran mortandad descrita en la profecía.
Respecto al grupo de "soldados", no necesariamente debe entenderse como un ejército regular. El término podría referirse también a paramilitares, terroristas, mafias o mercenarios (no en vano, "soldado" proviene etimológicamente de "sueldo"), lo cual abre diversas posibilidades sobre el tipo de organización detrás del atentado que describe el texto.
En cualquier caso, la profecía de Fátima no es la única que relaciona a un grupo de “soldados” con el asesinato de un pontífice. Nostradamus, en una de sus célebres cuartetas (IX, 68), parece referirse al mismo hecho cuando dice:
"Del monte Aymar habrá noble oscurecimiento; el mal vendrá en la confluencia del Saona y el Ródano. En los bosques escondidos soldados el día de Lucía, que no hubo nunca un tan horrible trono".
Aquí, el profeta francés describe una emboscada (“en los bosques”) perpetrada por "soldados", afirmando que “el trono (de San Pedro) no sufrió nunca nada tan horrible”. La palabra “noble”, en este contexto, tiene sentido si recordamos que todos los papas eligen un escudo de armas tras su elección. Nostradamus nos proporciona además ciertos datos geográficos relacionados de algún modo con el atentado, mencionando a Lyón, donde confluyen los ríos Saona y Ródano, y a un misterioso “monte Aymar” que bien pudiera ser una deformación de la ciudad francesa de Montélimar (no demasiado alejada de Lyón)
También proporciona una posible fecha: "el día de Lucía", que puede interpretarse como el 13 de diciembre (festividad de Santa Lucía), aunque también existen otras fechas en el calendario litúrgico en las que se celebra a santas con ese nombre: 25 de junio, 6 de julio o 16 de septiembre.
Otra cuarteta (II, 97) complementa a la anterior y refuerza la idea de un atentado múltiple:
“Romano Pontífice, guárdate de acercarte a la ciudad que dos ríos riegan; tu sangre vendrá allí cerca a derramarse. Tú y los tuyos, cuando florezca la rosa.”
Aquí se advierte directamente al Papa de no acercarse a una ciudad regada por dos ríos (de nuevo, una posible referencia a Lyón), pues allí su sangre y la de su séquito será derramada. Esto parece descartar que la profecía se refiera al atentado de 1981, ya que en ese caso sólo Juan Pablo II resultó herido. En cuanto a la expresión "cuando florezca la rosa", podría aludir a la primavera o a algún símbolo heráldico.
No obstante, una tercera cuarteta (II, 57) ubica el suceso en un contexto ligeramente diferente, esta vez junto a un único río, como por ejemplo en Roma:
“Antes del conflicto el grande caerá; el grande a muerte, muerte muy súbita y llorada. Nave imperfecta, la mayor parte nadará, cerca del río de sangre la tierra teñida.”
La imagen de la "nave imperfecta" (símbolo evidente de la Iglesia, la barca de San Pedro) sugiere que se trata del asesinato de un papa.
Por su parte, el Apocalipsis también parece referirse a los mismos hechos en su capítulo 12::
"Una gran señal se dejó ver en el cielo: una mujer vestida del sol, la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, gritaba al sufrir los dolores y el tormento de dar a luz. Y se dejó ver otra señal en el cielo: allí estaba un gran dragón rojizo, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo, y las lanzó a la tierra. El dragón se puso ante la mujer que iba a dar a luz, para poder, en cuanto diera a luz a su hijo, devorarlo. Y ella dio a luz un hijo varón, que había de regir a las naciones con cetro de hierro, y su hijo fue llevado hasta Dios y hasta su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tenía allí un sitio preparado por Dios, para que allí la alimentaran durante mil doscientos sesenta días.
Y se entabló un combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchando con el dragón. Y el dragón luchó, y sus ángeles, pero no tuvieron fuerza, ni volvió a encontrarse su sitio en el cielo; fue expulsado el gran dragón, la serpiente antigua (que se llama Diablo y Satanás), que engaña al orbe entero; fue expulsado a la tierra, y sus ángeles fueron expulsados con él. Y oí una gran voz, que decía en el cielo: 'Ahora ha llegado la salvación, el poderío y el reinado de nuestro Dios y la autoridad de su Mesías, porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche; y ellos lo han vencido por la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, sin amar su vida hasta el punto de la muerte. Por eso, ¡haced fiesta, cielos, y los que habitáis en ellos! ¡Ay de la tierra y del mar!, porque ha bajado el diablo hacia vosotros con gran furor, sabiendo que dispone de poco tiempo'.
Y cuando el dragón vio que había sido expulsado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al varón; pero a la mujer se le dieron las dos alas del águila grande, para que volara al desierto, a su sitio, donde es alimentada durante un tiempo, más dos tiempos, más medio tiempo, lejos de la vista de la serpiente. De su boca arrojó la serpiente, tras la mujer, como un río de agua, para hacer que fuese arrastrada por el río; pero la tierra fue en ayuda de la mujer: abrió la tierra sus fauces y absorbió el río que el dragón había arrojado de su boca. El dragón se enfureció contra la mujer; y marchó a hacer la guerra a los restantes de su descendencia, a los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús; y se detuvo sobre la arena del mar".
La mujer que sufre los dolores del parto no es otra que la Iglesia padeciendo algún tipo de enfrentamiento interno ante la elección del último papa. Éste es designado en la profecía como ese "hijo varón, que había de regir a las naciones con cetro de hierro", pero que finalmente no podrá hacerlo porque el dragón (símbolo del mal y de la guerra) le devora al poco de ser elegido como pontífice y es "llevado hasta Dios y hasta su trono" (es asesinado). La mujer huyendo al desierto durante "un tiempo, dos tiempos y medio tiempo" (es decir, tres años y medio) designa seguramente la huida del Vaticano al exilio fuera de Roma, probablemente a causa de la guerra. El autor del Apocalipsis avisa de que tales sucesos sucederán cuando el diablo descienda sobre la Tierra a hacer la guerra contra los cristianos, en referencia a la tercera guerra mundial.
El capítulo 17 del Apocalipsis nos da más detalles sobre el futuro de la Iglesia:
"Y llegó uno de los siete ángeles que llevaban las siete copas, y habló conmigo: 'Ven, te mostraré el juicio contra la gran prostituta que está sentada junto al océano, con la que fornicaron los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su fornicación'. Y en éxtasis me llevó al desierto: y vi a una mujer, sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres blasfemos, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y enjoyada con oro, piedras preciosas y perlas, y llevaba en su mano un vaso de oro, repleto de abominaciones: las inmundicias de su fornicación; y en su frente escrito un nombre misterioso: "La gran Babilonia, la madre de las prostitutas y de las abominaciones de la tierra". Y vi a la mujer embriagada con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús; y al verla quedé enormemente sorprendido.
Y el ángel me dijo: '¿De qué te has sorprendido? Yo diré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva encima, esa que tiene las siete cabezas y los diez cuernos. La bestia que acabas de ver, era, pero no es; y va a subir del abismo infernal, pero irá a la perdición. Y los habitantes de la tierra cuyo nombre no está escrito, desde la creación del mundo, en el libro de la vida, quedarán sorprendidos al ver la bestia: porque era, pero no es, y reaparecerá. Aquí se ve la inteligencia, el que tiene sabiduría. Las siete cabezas son siete montes sobre los que la mujer está asentada, y son siete reyes: los cinco primeros cayeron, el sexto está ahora, el otro todavía no ha llegado, y cuando llegue tendrá que estar poco. Y la bestia que era, pero no es, es ella misma el octavo, y es de los siete, pero irá a la perdición. Y los diez cuernos que acabas de ver son diez reyes que todavía no han recibido el título de rey, pero por una hora recibirán autoridad como de reyes junto con la bestia; esos tienen esta única intención: dar a la bestia su propio poderío y autoridad; ésos lucharán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes, y vencerán también los llamados elegidos y fieles, que están con él'".
Y me dijo: 'El mar que acabas de ver, donde está sentada la prostituta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. Y los diez cuernos que acabas de ver, y la bestia, odiarán a la prostituta, la dejarán devastada y despojada, comerán su carne y la incendiarán; pues Dios les ha puesto en el corazón la idea de realizar su intención, y realizar esta única intención: dar a la bestia su propio poder real hasta que se cumplan las palabras de Dios. Y la mujer que acabas de ver es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra".
La bestia que "era y no es" no es otra que la guerra, tras el largo período de paz que ha disfrutado Europa desde 1945. En cuanto a la mujer, la referencia a los "siete montes" sobre los que se sienta o su calificación de "gran ciudad" son lo suficientemente explícitas como para que haya ninguna duda: se trata de Roma, o más exactamente el Vaticano. De ahí que la mujer se embriague de la sangre de los santos y mártires de la Iglesia. Los "siete reyes" son siete papas, incluyendo el último, que durará poco tiempo. El Apocalipsis vuelve a insinuar la posibilidad de un futuro enfrentamiento interno en la Iglesia cuando señala que hay un octavo papa al que que vincula con la bestia (la guerra), afirmando que "va a la perdición". Y por lo que respecta a los "diez reyes", se refiere a los jefes de gobierno de las principales potencias del mundo.
La carta a Enrique II
Uno de los textos más interesantes de toda la obra de Nostradamus, y sin embargo uno de los menos conocidos, es su Epístola al muy invencible, muy poderoso y muy cristiano Enrique, rey de Francia, segundo, publicada en 1558 como introducción al segundo volumen de su libro Les Prophéties. Consiste en una suerte de esquema de la visión profética de Nostradamus, cuya finalidad es servir de guía a los lectores de su obra. En ese texto, pues, se encuentra resumido todo el futuro que el profeta francés supuestamente describió en sus célebres cuartetas. En esa carta también encontramos, aunque veladamente (como corresponde al estilo de Nostradamus), referencias al asesinato de un Papa y al estallido de un conflicto mundial de proporciones apocalípticas. coincidiendo con el inicio de un conflicto mundial.
El primer fragmento de la carta que parece referirse a tales hechos es el siguiente:
“Luego, el gran imperio del Anticristo comenzará con Atila y Jerjes, y descenderá en número grande e innumerable, tanto que la venida del Espíritu Santo procedente del paralelo 48 hará transmigración para expulsar la abominación del Anticristo, quien hará la guerra contra el Real que será el Gran Vicario de Jesucristo, y contra su Iglesia y su reino, per tempus et in occasione temporis. Precederá delante de un eclipse solar, el más oscuro y el más tenebroso que haya habido desde la creación del mundo hasta la muerte y pasión de Jesucristo, y desde entonces hasta ahora. Y será en el mes de Octubre que alguna gran traslación será hecha, tal que se creerá el peso de la tierra haber perdido su natural movimiento, y estar abismada en perpetuas tinieblas, que precederán al tiempo vernal.”
La interpretación es compleja, pero sugerente: Nostradamus anuncia aquí el comienzo del reinado del Anticristo con el liderazgo de un líder ruso como Putin (el imperio de Atila se extendía por el territorio que hoy corresponde a Rusia) y un líder iraní (el imperio persa de Jerjes se extendía por lo que hoy es Irán). La mención a “la venida del Espíritu Santo procedente del paralelo 48” alude a la muerte del Papa nacido en esa latitud: Benedicto XVI, oriundo de Marktl, Alemania, que se encuentra exactamente en el paralelo 48 y que murió en diciembre de 2022, meses después de la invasión de Ucrania. Será el papa Francisco, pues, quien regirá la Iglesia durante tres años y medio más (la expresión "per tempus et in occasione temporis" hace referencia a la expresión latina "tempus et tempora et dimidium temporis", o "un tiempo, dos tiempos y medio tiempo": los tres años y medio mencionados en el Apocalipsis), esto es, hasta mediados de 2025 si contamos a partir de la invasión de Ucrania o hasta mediados de 2026 si contamos a partir de la muerte de Benedicto XVI. A continuación Nostradamus habla de un "eclipse solar" que no es más que un símbolo de un súbito oscurecimiento sólo comparable a la pasión y muerte de Jesucristo: se refiere, muy probablemente, al asesinato del siguiente y último Papa. Además, el vidente francés menciona una "traslación" que ocurrirá en el mes de "octubre". La palabra "traslación" se refiere, claro está, a un transporte o mudanza, pero en un sentido más concreto puede indicar el abandono de un país o territorio por parte de algún gobierno o institución que en este contexto no sería otro que el Vaticano. Ya vimos que en la profecía del monje de Padua se afirmaba que Roma quedaría “abandonada” y que en el Apocalipsis se sugiere que la "mujer" (la Iglesia) huirá al desierto, quizás porque el Vaticano se vea obligado, por seguridad, a marcharse a algún otro país que esté alejado de la amenaza que se cierne sobre él. Por otro lado, en la edad media la palabra latina traslatio aludía al traslado del cuerpo del apóstol Santiago desde Palestina a Galicia, por lo que Nostradamus quizás esté refiriéndose al traslado del cuerpo del Papa recién asesinado para ser enterrado en algún otro lugar, tal y como sugería la profecía de Juan XXIII ("en Roma no querrán darte sepultura”). En cuanto al mes de "octubre", la palabra en latín remite al número ocho, por lo que en realidad podría ser una referencia al octavo mes: agosto.
En cualquier caso, y para un católico como Nostradamus, todos estos sucesos (el asesinato del Papa y esa “gran traslación”) supondrán la caída de nuestro mundo en la mayor de las oscuridades, que según el profeta francés durarán hasta que por fin llegue la paz (simbolizada por la primavera), una vez finalizada la tercera guerra mundial y todo el caos subsiguiente.
Michel de Notredame
Otro fragmento de la carta a Enrique II profundiza en la devastación que seguirá a este evento:
“Entonces serán hechas más persecuciones a las Iglesias de las que fueron hechas jamás. Y sobre estos hechos nacerá una pestilencia tan grande que, de las tres partes del mundo, más de dos desfallecerán. Tanto que no se sabrá ni conocerá las pertenencias de los campos y casas, y nacerá la hierba en las calles de las ciudades más alta que las rodillas. En el clero será hecha total desolación, y usurparán los marciales lo que será retornado de la ciudad del Sol de Melite, y de las Islas Stechades, y será abierta la gran cadena del puerto que toma su denominación en el buey marino. Será hecha nueva incursión por las marítimas playas, queriendo el salto Castulán librar de la primera recuperación Mahometana, y no serán del todo asaltos vanos”.
Este pasaje anuncia una persecución sin precedentes contra la Iglesia (asesinato del último Papa), y a continuación morirán dos tercios de la humanidad (alrededor de 5.000 millones de personas) y las casas, los campos y las ciudades quedarán deshabitadas y abandonadas. También el libro bíblico de Zacarías, escrito en torno al siglo VI a.C., vaticina el exterminio de dos tercios de la humanidad:
“Y sucederá en toda la tierra (…) que serán exterminadas, expirarán dos partes, y la tercera quedará en él; e introduciré la tercera parte en el fuego, y la acrisolaré como se acrisola la plata, y la probaré como se prueba el oro. Él invocará mi Nombre y Yo le atenderé y diré: Es mi pueblo; y él dirá: Yahveh es mi Dios". (Zac 13: 8-9).
Además, Nostradamus menciona una serie de localizaciones geográficas que sin duda cobrarán importancia en el conflicto, y que parece que serán tomadas ("usurpare" en latín) militarmente : Egipto ("ciudad del sol", en referencia a la antigua ciudad egipcia de Heliópolis); Malta (Melita en latín) y la costa mediterránea de Francia (Stechades era el nombre griego de las islas de Hyères, en el departamento francés del Var). También afirma que el puerto del Bósforo (“pasaje del buey”, en griego) será liberado ("abierta la gran cadena"), y que habrá un desembarco militar en las playas con la intención de liberar a España (Saltus Castulonensis era el nombre latino de Sierra Morena) de la primera recuperación de territorio por parte del Islam.
Nostradamus finaliza su carta con la siguiente profecía:
"En la carta que en años pasados dediqué a mi hijo César Nostradamus, he incluido varios grandes y maravillosos acontecimientos que verán nuestros sucesores. Y durante este cálculo astrológico concedido a las sagradas letras, la persecución de las gentes Eclesiásticas tomará su origen en la potencia de los Reyes Aquilonarios, unidos con los Orientales. Y esa persecución durará once años, un poco menos, que por entonces desfallecerá el principal Rey Aquilonario. Algunos años cumplidos sobrevendrá su aliado Meridional, que perseguirá todavía más fuerte por el espacio de tres años a las gentes de Iglesia, por la seducción apostática de uno que tendrá toda potencia absoluta en la Iglesia militante, y el santo pueblo de Dios observador de su Ley y todo orden de religión será fuertemente perseguido y afligido, tanto que la sangre de los verdaderos Eclesiásticos nadará por todas partes. Y a uno de los horribles reyes temporales por sus adheridos le serán donadas tales lenguas, que habrá más derramamiento de sangre de los Inocentes Eclesiásticos, que nadie podría tener de vino. Y ese Rey cometerá crímenes hacia la Iglesia increíbles, manará la sangre humana por las calles públicas y templos, como el agua por lluvia impetuosa, y enrojecerán de sangre los más próximos ríos. Por otra guerra naval enrojecerá el mar, que el informe de un Rey a otro le será dicho: Bellis rubuit navalibus aequor. Luego, en el mismo año y los siguientes, seguirá la más horrible pestilencia y la más maravillosa por el hambre precedente, y tan grandes tribulaciones que jamás han ocurrido tales desde la fundación de la Iglesia Cristiana, y por todas las regiones Latinas, quedando los vestigios en algunas comarcas de España. Por entonces, el tercer Rey Aquilonario, entendiendo el gemido del pueblo de su principal título, levantará un gran ejército y pasará por los estrechos de sus últimos abuelos y bisabuelos, que repondrá la mayor parte en su estado. Y el gran vicario de la capa será repuesto en su prístino estado, pero desolado y luego del todo abandonado, y volverá a ser el Sancta Sanctorum destruido por el paganismo. Y el viejo y el nuevo Testamento serán cazados, quemados, y después el Anticristo será el príncipe infernal. Todavía por última vez temblarán todos los Reinos de la Cristiandad, y también de los infieles, por el espacio de veinticinco años. Habrá más graves guerras y batallas, y serán las villas, ciudades, castillos, y todos los otros edificios quemados, desolados, destruidos, con gran efusión de sangre vestal, casadas, y viudas violadas, niños de leche contra los muros de las villas arrojados y rotos. Tantos males se cometerán por medio de Satán, príncipe infernal, que casi el mundo universal se convertirá en deshecho y desolado. Y mientras esos sucesos, algunos pájaros insólitos gritarán por el aire “Huy, Huy”, y serán después de algún tiempo desvanecidos. Después de que tales tiempos hayan durado largamente, será casi renovado otro reino de Saturno, y siglo de oro. Dios el creador dirá, entendiendo la aflicción de su pueblo, que Satán sea puesto y atado en el abismo del infierno, en la profunda fosa. Y entonces comenzará entre Dios y los hombres una paz universal, y quedará atado por el espacio de mil años, y volverá en mayor fuerza la potencia Eclesiástica, y luego desatado de nuevo.”
Que se podría interpretar de la siguiente manera: “La persecución a la Iglesia se originará por el poder de Rusia (Aquilón es el viento del norte, y Nostradamus se refiere siempre a Rusia con tal concepto) unida a Europa del Este. Dicha persecución durará aproximadamente once años, hasta el hundimiento de Rusia (desde la elección del polaco Juan Pablo II en octubre de 1978 hasta la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989). Unos años más tarde aparecerá su aliado del sur (Ucrania), que perseguirá aún más fuerte a los cristianos durante tres años (la guerra de Ucrania duraría entonces hasta 2025) a causa de alguien que se habrá separado ("seductio" en latín) y abandonado ("apostasía") su ideología original (Putin, proveniente de las filas comunistas). Los cristianos sufrirán por ello fuertes daños, tanto que su sangre se derramará por todas partes (guerra de Ucrania). Y uno de los horribles jefes de gobierno ("reyes temporales": Zelenski) recibirá grandes alabanzas de sus aliados y provocará más derramamiento de sangre cristiana. Ese presidente cometerá crímenes increíbles contra los cristianos, hasta el punto de que regará de sangre las calles e iglesias, y los ríos enrojecerán. El mar también se llenará de sangre a causa de una guerra naval, hasta el punto de que en las relaciones de un país a otro se dirá: la superficie del mar se ha enrojecido con las guerras navales. En ese mismo año, y en los siguientes, continuará la extraña (mirabilia en latín) y horrible enfermedad (el COVID-19), que precederá al hambre, y habrá tan grandes tribulaciones por toda Europa como no las ha habido desde la fundación de la Iglesia, hasta el punto de que algunas regiones de España quedarán en ruinas (“vestigios”). Será entonces cuando el tercer presidente de Rusia (Putin es el tercer presidente ruso, después de Boris Yeltsin y Dimitri Medvéded), escuchando las quejas de su pueblo (el Donbass, por los ataques del gobierno ucraniano durante los últimos ocho años) y la reivindicación de su título (la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk), levantará un gran ejército e invadirá el país que pertenecía a sus antepasados (Ucrania), y lo repondrá en su mayor parte en Rusia. Y el Papa será devuelto a su antigua condición (la de las primeras persecuciones a los cristianos), dejando el Vaticano desolado y abandonado, de tal manera que el Santo de los Santos (el Papa, para los católicos) será asesinado por los no cristianos. Desaparecerá la Iglesia, y la guerra se extenderá por doquier. Entonces toda la humanidad temblará por última vez durante el transcurso del año 25 (2025). Habrá guerras y batallas tales que las ciudades y los pueblos serán quemados, destruidos y desolados, y todo tipo de mujeres (vírgenes, casadas y viudas) serán violadas y asesinadas, y los recién nacidos serán golpeados contra los muros, que a su vez serán destruidos también. Se cometerán tantos males que casi todo el planeta quedará en ruinas y desolado. Y mientras ello suceda, algunos pájaros no usados nunca antes (misiles nucleares: insolitus en latín significa “poco usado”) surcarán los cielos con su zumbido característico durante un tiempo, y luego desaparecerán. Después de que tal situación haya durado mucho tiempo, llegará una nueva edad de oro en todo el mundo (el reinado de Saturno fue considerado por los romanos como una edad de oro de la humanidad). Dios el creador, escuchando el sufrimiento de su pueblo, ordenará que el mal sea encerrado en los abismos del infierno, en una profunda fosa. Entonces comenzará un período de paz mundial de alrededor de mil años, por lo que el cristianismo resurgirá con más fuerza, período tras el cual volverá el mal de nuevo al mundo”.
«La voz oída del insólito pájaro, sobre el cañón del respiral plano, tan alta será del trigo la medida que el hombre del hombre será antropófago”.
De nuevo Nostradamus se refiere al sonido (“voz oída”) producido por los misiles nucleares que, a partir de sus plataformas de lanzamiento (o “cañones”), surcan la atmósfera (el plano del aire que respiramos) hasta explotar en su destino.
Por otro lado, Nostradamus parece indicar que la guerra de Ucrania durará tres años, y parece mencionar el año 2025. El libro del Apocalipsis parece insistir varias veces en un cálculo de tres años y medio, designándolo de varias formas distintas. Por ejemplo, en Apoc 11:2 se dice que la "ciudad santa" (¿Roma? ¿Jerusalén?) será pisoteada por los gentiles durante 42 meses:
"Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses".
En el versículo siguiente (Apoc 11:3) se habla de "dos testigos" (¿Benedicto XVI y el papa Francisco?) que actuarán durante 1260 días:
"Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio".
Como ya vimos, ese mismo período de tiempo se repite en Apoc 12:6:
"Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días".
Y en Apoc 12:14 ("un tiempo" es el equivalente a un año):
"Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, dos tiempos, y la mitad de un tiempo".
Finalmente, en Apoc 13:1-10 se nos describe a una bestia a la que se le concede autoridad durante 42 meses, y que bien podría simbolizar un conflicto armado como el de Ucrania:
"Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Si alguno tiene oído, oiga. Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos".
Curiosamente, el Apocalipsis describe a continuación una segunda bestia, esta vez surgida de la tierra (¿un nuevo conflicto diferente y relacionado con Irán, como ya hemos visto antes?), en el que es probablemente el pasaje más famoso de todo el libro:
"Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis".
La famosa "marca de la bestia" y el significado del número 666 siguen siendo una incógnita, pero la afirmación de que sin ella nadie podrá "comprar y vender" hace pensar en algún tipo de guerra comercial global.
La edad de oro
Hemos visto cómo Nostradamus menciona en su Carta a Enrique II que el diablo será atado durante unos mil años, un simbolismo claramente tomado del capítulo 20 del Apocalipsis:
“Y vi un ángel que bajaba del cielo, llevando en su mano la llave del abismo infernal y una gran cadena. Y se apoderó del dragón, la serpiente antigua (que es el Diablo, y Satanás), y lo encadenó para mil años, lo arrojó al abismo infernal, candó y atrancó por encima, para que no engañe más a las naciones hasta que se cumplan mil años; después de eso, tiene que quedar suelto un poco de tiempo”. (Apoc. 20, 1-3).
En efecto, tanto Nostradamus como el Apocalipsis y otras profecías aseguran que tras la tercera guerra mundial y el inevitable período posterior de caos, hambre y desorganización el mundo conocerá una nueva era de reconstrucción y paz sólo interrumpida, después de “mil años”, por un breve período de tiempo. La duración de “mil años” no debe ser asumida de forma literal: probablemente sea una expresión figurada para designar a un período de tiempo extremadamente largo.
En cualquier caso, varias profecías describen ese nuevo período de la humanidad. Por ejemplo, la cuarteta VII, 41 de Nostradamus, en la que se explica cómo esa humanidad esclavizada (“encerrada de manos y pies”) en un mundo (“casa”) deshabitado durante mucho tiempo a causa de la guerra (“ruido”), se verá algún día soñando con excavar y desenterrar en las ruinas para reconstruir un nuevo mundo sano y sin guerras:
“Los huesos de los pies y de las manos encerrados, por ruido casa largo tiempo deshabitada, serán por sueños excavando desenterrados, casa salubre y sin ruido habitada”.
En la cuarteta I, 63 se explica que, una vez que la tercera guerra mundial haya disminuido la población mundial y dejado las tierras deshabitadas, la paz se dejará sentir por cielo, mar y tierra durante mucho tiempo… hasta que la guerra vuelva de nuevo.
“Los azotes pasados disminuido el mundo, largo tiempo la paz tierras deshabitadas, hermana marchará por Cielo, tierra y onda, luego de nuevo las guerras suscitadas”.
Y finalmente, en IX, 66 se describe la nueva sociedad, caracterizada por la paz, la unidad y el cambio, en la que florecerán nuevos Estados y oficios y se producirá un cambio radical en la estructura jerárquica de la sociedad: los que estaban en lo más alto comenzarán a estar en lo más bajo, y viceversa. Cesará la guerra y comenzarán los procesos civiles y los debates:
“Paz, unión habrá y cambio, estados, oficios, bajo alto, y alto muy bajo. Preparar viaje, el fruto del primer tormento. Guerra cesar, procesos civiles debates”.
Juan de Patmos, autor del Apocalipsis
Una de las profecías atribuidas a Rasputín también describe esa revolución social, en la que desaparecerán el dinero y la violencia coercitiva, y la democracia será por fin una realidad como nunca antes lo había sido:
“Es el tiempo de la elección. Los higos secos serán tirados a la cloaca y los verdes serán colocados en un vaso lleno de bálsamo. Las ovejas ya no se pagan con oro. Y el pastor ya no se sirve del perro. Las ovejas se sientan en la mesa donde hay la botella de vino, el queso y el pan; el pastor pasta en el prado, donde la hierba es más amarga. Y las ovejas ya no esperarán la noche para volver al corral. Ya no habrá guardianes, pero sí habrá todavía patrones”.
Y en esta otra del mismo autor se sugiere que el cambio será tan profundo que tendrá un marcado carácter espiritual:
“En el valle del color del sol crecerá un árbol con las hojas de oro y las ramas de plata. Y el árbol dará siete frutos: los frutos de las siete felicidades. El primer fruto es el de la serenidad de espíritu, y madurará en el punto más alto del árbol. Los otros serán los frutos de la alegría de vivir, el equilibrio de la mente, la salud del cuerpo, la unión con la naturaleza, la humildad sincera y la vida sencilla. Todos los hombres podrán comer de estos frutos, pero el que no sienta la necesidad de probarlos será excluido y no encontrará sitio en el carro de la serena felicidad. En este tiempo, el hombre ya no vivirá de pan, sino de espíritu. Y las riquezas del hombre ya no se encontrarán en la tierra, sino en el cielo. Y el hombre estará hecho de cielo y de agua; y cuando vuelva a casa, el agua será absorbida por la tierra y el cielo volverá al cielo. Porque ya nada será dejado a los gusanos”.
Finalmente, el Apocalipsis también hace su particular descripción de esa nueva civilización:
“Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el cielo primero y la tierra primera habían desaparecido, y no existía ya el mar. Y vi la ciudad santa, nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, desde Dios, ataviada como una esposa que se ha adornado para recibir a su marido. Y oí una gran voz del trono, que decía: Aquí está la morada de Dios entre los hombres; habitará entre ellos, ellos serán su pueblo; y Dios en persona, su Dios, estará con ellos, y enjugará toda lágrima de sus ojos. Y la muerte ya no existirá, ni habrá ya duelo, ni gritos, ni dolor, porque lo de antes desapareció”. (Apoc. 21, 1-4).
Y también en el siguiente pasaje:
“Después de eso vi: allí había un gentío enorme que nadie era capaz de contar, de toda clase de naciones, tribus, pueblos y lenguas, en pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos con túnicas blancas, y palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: ¡La salvación se debe a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero! Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos, y de los cuatro seres vivientes, y cayeron sobre su rostro ante el trono y adoraron a Dios, diciendo: ¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poderío y la fuerza se deben a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. Y uno de los ancianos tomó la palabra para decirme: Esos que están vestidos con esas túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? Y le dije: Señor mío, tú lo sabes. Y me dijo: Esos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus túnicas y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios y le sirven día y noche en su santuario, y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos: no tendrán más hambre, ni tendrán más sed, ni se abatirá sobre ellos el sol ni insolación alguna, porque el Cordero que está en medio del trono será su pastor y los guiará a las fuentes de las aguas de la vida; y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos”. (Apoc. 7, 9-17).
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